En nuestra existencia utilizamos diferentes canales de comunicación para transmitir a interlocutores externos, así como a nosotros mismos, sensaciones, emociones, pensamientos o aseveraciones e intuiciones. Gran parte de este material objeto de la comunicación constituye lo que una persona es, siente que es, y refleja ser. Comunicamos y somos interlocutores de miles de mensajes diarios. Sin embargo dentro de este material hay una parte que no puede ser comunicada, o que hacerlo es de una dificultada extrema y debido a ello de dudosa compresión por parte del interlocutor. Tanto si se trata del propio yo como de otra persona. Esta sustancia arduamente diluible en las vías de la transmisión, constituye en gran parte el núcleo substancial de muchos seres humanos, la base y esencia del nuestros grandes temores y aspiraciones, de nuestra forma de comprender,vivir y sentir. La dificultad de acceso a nuestro propio núcleo, genera en muchos casos confusión, insatisfacción, infelicidad, soledad y conductas autodestructivas. A la vez que configura otra gran paradoja dentro de nuestra existencia, el constante ejercicio masivo de la comunicación y la incapacidad prácticamente, total en muchos casos, de comunicarnos si quiera a nosotros mismos nuestros componentes emotivos básicos.